Piense: si usted conociera el porvenir de su vida, ¿actuaría para cambiarlo? Abra su propio libro de historia, concretamente por el capítulo correspondiente al siglo XX. Deténgase y analice la situación. Una guerra civil aconteciendo en España. La Segunda Guerra Mundial irrumpiendo en el continente europeo. Destrucción, inestabilidad y desplazamientos; éxodos europeos derivados del conflicto de la misma manera que ocurre hoy en lugares como la República Árabe de Siria, Venezuela o Sudán del Sur.

En el septiembre de 1939, miles de personas se vieron obligadas a abandonar sus casas en países como Francia, Austria o Polonia. Anteriormente, ya fueron muchos los españoles cuyo destino prioritario recaía en el país vecino francés o, en su defecto y proximidad, el continente latinoamericano. 40 millones de refugiados sin techo, desarraigados y huyendo de un hecho común. Personas con historias muy diferentes cuya causa de exilio quedaba ligada a la raza o ideología. La historia, como un círculo condenado a no encontrar su fin, se repetiría en los años 90 con la ruptura del bloque soviético y la guerra en lo que hubiera sido Yugoslavia.

El primer obstáculo era el destino. En el caso de la Segunda Guerra Mundial, la rápida expansión alemana acabaría forzando la vía transoceánica como aquella de escape. Pero no todas las personas que llegaban a la frontera disponían de los papeles reglamentarios. Muchas quedaban expuestas a la detención o el encierro, sin olvidar las calamidades acontecidas en su trayecto.

Quizás le resulte familiar. Como si de una saga se tratara, ocurre de nuevo. Mismo contexto, diferentes usuarios. Un escenario que aglutina hoy en día a 9 emergencias sanitarias repartidas en las regiones de Oriente Medio y África Subsahariana. Europa, uno de sus principales destinos. Los campos de refugiados, su encierro temporal. Los estados, sus controladores fronterizos, ajenos en muchas ocasiones al Estatuto de los Refugiados de 1951. Olvidan que en una ocasión, nosotros también fuimos refugiados.

El éxito de una comunidad radica en su propia coordinación. Vivir en un presente vacío de toda referencia pasada no lo facilita. Abuelos, padres e hijos; ellos han contado su historia. Permitamos que sean ahora los nietos quienes escriban un nuevo capítulo de aquellos libros abiertos en el siglo XX.

Querida generación del futuro, recuerden su pasado, pues aquel que olvida su historia está condenado a repetirla.

Autor: Hector Martinez del Río
Fecha: 22/03/2020

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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