Hace escasamente una semana, el 3 de junio de 2021, el Parlamento de Dinamarca dio luz verde, sin encontrar demasiada oposición, a una “nueva legislación para reubicar a los solicitantes de asilo en otros países fuera de la Unión Europea.” Esta medida, criticada por instituciones del tamaño de la Comisión Europa, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados y distintas ONG de apoyo a los refugiados, es un claro mensaje lanzado desde Copenhague al exterior: queremos desincentivar la llegada de personas solicitantes de asilo a territorio danés.

A pesar del ruido que ha generado esta decisión dentro y fuera del país, la primera ministra Mette Frederiksen —perteneciente a la rama centroizquierdista y socialdemócrata danesa— a través de su portavoz en el gobierno, declararon que buscan llegar al punto en el que los solicitantes de asilo no tengan como objetivo establecerse en Dinamarca. Llegar a no tener ningún refugiado es la meta que se ha establecido el gobierno danés.

Este movimiento rompe de forma radical con la imagen que Dinamarca había proyectado al mundo desde la segunda mitad del siglo XX, cuando en 1951, con una Europa completamente diezmada y destruida después de la II Guerra Mundial, la ciudad suiza de Ginebra acogió la Convención del Estatuto de los Refugiados y Dinamarca, país abanderado del progresismo y el desarrollo, fue el primero que firmó y que se comprometió con una causa que ha defendido durante décadas. Hasta hace unos días.

Postulados que aluden a la definición del refugiado como aquella persona con “fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores […] regresar a él”; o reglas tan básicas como negarse a “por expulsión o devolución, poner en modo alguno a un refugiado en las fronteras de los territorios donde su vida o su libertad peligre por causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social, o de sus opiniones políticas.; parecen haber quedado en el olvido de un país que durante muchos años formó parte del bloque más inclusivo de Europa.

Los refugiados que más podrían verse afectados por esta decisión son los sirios. Según la ONG Refugees Welcome, se estima que hay alrededor de 35.000 habitantes procedentes de Siria en territorio danés —la basta mayoría llegaron en el año 2015—. Hay que añadir que la justificación a esta iniciativa viene marcada por la catalogación de la capital de Siria, Damasco, como zona segura. Con esta resolución, uno de los argumentos de mayor peso, que es el de querer huir de una ciudad de extrema peligrosidad, automáticamente se anula. El problema reside en que Damasco continúa siendo una de los lugares más complicados para vivir. Así lo respalda la revista británica The Economist en su publicación anual sobre las ciudades más y menos habitables del 2021, donde Damasco ocupa el último puesto del ranking.

La nueva ley en materia de migración explora opciones para que terceros países funjan como lugares de asilo para los solicitantes. El ejecutivo danés está en conversaciones con potenciales socios extranjeros a los que financiará si éstos acceden a aceptar a los refugiados dentro de sus fronteras en centros de acogida. Entre los estados que la prensa danesa publica figuran algunos como “Egipto, Etiopía o Ruanda”, destinos que son difícilmente comparables con una nación como Dinamarca.  

El objetivo de acoger a 0 refugiados es un plan que podría abrir la veda a que otros Estados miembro de la Unión Europea se sumen a la iniciativa danesa. Candidatos no faltan. El grupo de Visegrado, formado por Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia; ya ha mostrado en otras ocasiones su rechazo a la acogida de solicitantes de asilo de países en conflicto. Los enfrentamientos con Bruselas por temas relacionados con la migración han sido recurrentes, por lo que la recién aprobada ley en Dinamarca podría marca la hoja de ruta para estos países en el futuro más inmediato.

Lo sucedido en el país nórdico no es tema baladí, ya que las consecuencias que puede desencadenar en suelo europeo podrían llegar a alcanzar dimensiones que recuerden al Brexit. Hay que mencionar, que parte de las causas que terminaron por forzar la salida de Reino Unido de la UE en 2021 fueron temas vinculados con la migración. Desde Londres siempre se criticó la política migratoria que Bruselas había adoptado desde que la guerra y los conflictos en Oriente Medio desestabilizaran el tablero político internacional.

El año 2015 ha quedado marcado como la fecha en que comenzó la mayor crisis migratoria desde la II Guerra Mundial, donde Dinamarca emergió sosteniendo el estandarte de la inclusión y la defensa de los refugiados del mundo. Justamente, 70 años después, uno de los países que más a servido como modelo de desarrollo y progreso, vuelve a ocupar las primeras planas informativas, pero con una postura enormemente opuesta a la que mostró en 1951.

Autor: Pablo Pérez Piñeiro

Autor de la imagen:Markus Winkler en Unsplash

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