Durante las últimas semanas, han aparecido por las redes sociales una multitud de publicaciones intentando concienciar de la situación actual en Yemen. Los datos que se comparten causan una gran impresión: el 80% de su población necesita ayuda humanitaria para sobrevivir, el 60% no tiene qué comer y más de la mitad de los yemeníes no tienen acceso a agua potable ni a sanidad. Todo ello ha hecho que la ONU alerte de que Yemen vive la mayor crisis humanitaria del mundo. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
LA GUERRA
Para hablar del conflicto en Yemen, podemos remontarnos a 2011. Al igual que otros países islámicos, la población yemení se reveló contra el gobierno autoritario de Alí Abdullah Saleh. Este se ve obligado a abdicar y sube al poder su vicepresidente, Hadi. Pero su gobierno no logra asentarse debido a tensiones territoriales y las tribus hutíes, de vertiente chiita, se revelan. Estas consiguen hacerse con el control de la capital y el gobierno se ve obligado a huir. En 2015, la intervención de fuerzas externas marca el comienzo del conflicto armado como tal. De un lado, países sunitas como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos (apoyado por Reino Unido, EE.UU, Turquía y Pakistán) entraron en Yemen en defensa del gobierno de Hadi. Por otro, Irán (apoyado por Rusia), interviene a favor de los chiitas rebeldes.
Hasta la fecha, no se ha conseguido firmar la paz. Arabia Saudí afirma haberse retirado del territorio en 2019, pero sigue financiando grupos armados en el territorio; Occidente vende armas a ambos bandos del conflicto y grupos fundamentalistas como al-Qaeda de la Península Arábiga se han asentado en el país. Si bien la ONU ha intentado que se pacte un alto el fuego, iniciativa que ha tenido gran apoyo, la desconfianza entre los bandos hace difícil su implantación, según el portavoz del secretario general de la ONU, Stéphane Dujarric.
LA EPIDEMIA
A los daños de un conflicto bélico que todavía en pie se le une una epidemia de cólera. El cólera se trata de una infección intestinal aguda con una tasa de mortalidad del 1’65%.
La guerra había dejado a Yemen con un sistema sanitario profundamente debilitado, un sistema de agua y saneamiento inadecuado y una población sin recursos. En este contexto, surge en octubre de 2016 un brote de cólera. Si bien se creía controlado, un repunte en marzo de 2017 hace que los hutíes declaren el estado de emergencia sanitaria. Las autoridades sanitarias del país declararon en las primeras semanas más de 2 000 casos.
La OMS calculó más de medio millón de casos de cólera y unas 2 000 muertes. Así, múltiples organizaciones internacionales lo calificaron como el peor brote de cólera de la historia.
LA PANDEMIA
Cinco años han pasado desde el inicio de la guerra en Yemen. Cinco años que han dejado a la población en una situación de pobreza extrema, malnutrición y con un sistema de salud colapsado y sin fondos suficientes. Ahora, el COVID-19 ha aparecido en escena. Desde su llegada a finales de mayo, se han detectado más de 200 mil casos y han fallecido casi 30 000 personas. Además, estas cifras se corresponden a un Estado con escasas pruebas de detección y con solo la mitad de los centros sanitarios en pleno servicio.
Todo ello ha llevado al país a una situación de crisis sin precedentes en el mundo. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios alertaba de ello el 22 de mayo: “Yemen se encuentra al borde del precipicio. La situación es extremadamente alarmante, y hablan de que el sistema salud está colapsado. Si no conseguimos que llegue el dinero tendrán que cerrar los programas que permiten mantener con vida a la gente y que son esenciales para la lucha contra la COVID-19. Y entonces, el mundo tendrá que ser testigo de lo que sucede en un país sin un sistema de salud funcional luchando contra la COVID-19”.
Dadas estas condiciones, la ONU convocó una conferencia de donantes para Yemen el pasado martes 2 de junio. Esta reunión virtual entre los líderes de cientos de Estados tenía como objetivo conseguir 2.400 millones de euros, que permitirían continuar con las operaciones de ayuda humanitaria hasta finales de año. Sin embargo, la conferencia logró la mitad de los fondos a los que aspiraba. A ello se le suman las críticas por parte de organizaciones de derechos humanos, pues el evento fue presidido por Arabia Saudí. Estas instituciones vieron en el acto una forma para que el país blanquease su implicación en el conflicto yemení.
La falta de fondos posiciona al país en una situación todavía más peligrosa. Por el momento, Yemen ha recibido materiales para luchar contra el COVID-19, pero los programas de ayuda de los que depende el país podrían cancelarse en el momento que más lo necesitan. En estas condiciones, solo el cese de la violencia podría aliviar la situación. Sin embargo, los intentos de establecer un alto el fuego han fracasado y, a pesar de los apoyos al cese del conflicto, el fin no parece cercano. Yemen pende de un hilo muy fino que no resistirá mucho más.
Autora: Lydia Hernandez Tellez
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