Nako es una palabra bambara, uno de los dos idiomas más hablados en la República de Mali. Nako significa huerto, y eso es lo que se han propuesto dos jóvenes universitarias: crear un huerto en Mali para los refugiados del Centre Mabilé (Bamako).

Adam Dite Nah Keita y Maria Jesús Mendoza son las estudiantes que encabezan este proyecto. Como alumnas de Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos, tuvieron que leer un informe de UICEF sobre el estado mundial de la infancia y la malnutrición. “Nos sorprendió bastante que haya tanta diferencia entre zonas desarrolladas y no desarrolladas; entre niños que tienen sobredosis porque comen demasiado y otros que se están muriendo de hambre” comenta Adam. Tras leer el documento, a María Jesús se le ocurrió la idea: crear un huerto hidropónico en alguna zona vulnerable. “Empiezo a pensar en ello por febrero de este año, pero no es hasta marzo, cuando hablo con Adam y se lo comentamos a nuestro profesor, Javier Esguevillas, que ya un poco se fue formalizando la idea y se empezó a gestar lo que es en sí Nako

La hidroponía

Pero, ¿qué es un huerto hidropónico? En definitiva, se trata de una plantación en la cual, en vez de tierra, se utiliza agua para cultivar los alimentos. Parece una técnica muy moderna explica María Jesús, pero realmente lleva implementándose desde tiempos de la Antigua Babilonia. Los Jardines Colgantes, una de las maravillas del mundo antiguo, seguían este sistema, por ejemplo.

Para llevar a cabo este sistema, se instalan una serie de tubos con agujeros, donde se colocarán las plantas. Por estos tubos va corriendo el agua de forma constante. Esta va mezclada con una solución nutritiva, que aporta a las plantas lo necesario para su crecimiento. El sistema se mueve gracias a un motor de agua, que hace que esta se oxigene y circule continuamente, además de ayudar a mezclarla con la solución nutritiva. “Esto se está llevando mucho en huertos urbanos, es una técnica por la que se está apostando porque a largo plazo da muchísimo más rendimiento que un huerto normal, pese a que la inversión inicial puede ser más elevada”.

Centre Mabilé

Elegimos Mali básicamente porque Adam es nacional de allí, así que cuando le conté lo que se me había ocurrido, me dijo ‘¿por qué no lo hacemos en mi país?’” cuenta María Jesús. Esto les aportaba una pequeña ventaja para desarrollar el proyecto: un conocimiento de la zona  como base para empezar a crear Nako.

La situación actual del país les inspiró también para elegir una zona concreta. El terrorismo en el norte de Mali es un problema que se ha ido agravando explica Adam. Estos últimos años se fue intensificando el sentimiento de inseguridad y los yihadistas lo aprovecharon para crear conflictos entre etnias, especialmente entre Fulani (pastores) y Dogons (agricultores sedentarios). El más grave fue por marzo o abril: murieron 160 personas, la mayoría mujeres y niños”. Todo ello obligó a la etnia fulani a desplazarse a la capital. Se instalaron en una zona de mercado ganadero. Esta zona se quemó de la noche a la mañana. Las personas se quedaron sin recursos básicos, sin casa. El gobierno lo que ha hecho ha sido desplazarles al centro Mabilé, un antiguo colegio que ha sido adaptado para acoger refugiados”.

¿Cómo funciona Nako?

Por el momento, Adam y María Jesús luchan por dar a conocer su proyecto: “Hasta ahora, hemos creado una página web, distintos perfiles de redes sociales para poder estar conectados y transmitir el resto de avances que se han ido dando” comenta María Jesús. “Otra cosa que hemos conseguido” añade Adam “es dar visibilidad sobre ese grupo (Fulaní) que la mayoría de gente no sabía que existía, y sobre el sistema hidropónico”.

Nako se trasladará este 2021 a Mali para desarrollar el marco lógico del proyecto y, seguidamente, empezar a cultivar. “Nos gustaría que se pudiese crear entre las mujeres refugiadas una cooperativa en la cual ellas mismas gestionen el huerto y sus excedentes. De ese modo, conseguimos también que ese quinto objetivo de los ODS, de la igualdad de género, se implante de manera efectiva, ya que las mujeres estarían adquiriendo un rol activo”.

Nako, además, considera clave la conexión con la población local (el objetivo es que el proyecto llegue a la gente, que se entere y que nos apoye). Por ello decidieron utilizar el bambara para dar nombre a su proyecto. Además, han traducido toda su información al francés y desarrollarán Nako de manera bilingüe.

Los jóvenes podemos conseguir muchísimas cosas

Las dos estudiantes tienen todavía camino por recorrer, pero saben que no será fácil. “Hoy en día (y lo hemos visto a la hora de pedir financiación o de incorporarnos a algún evento) siempre piden que haya formación” se lamenta Adam. “Creo que se tiene que animar a los jóvenes a hacer cosas. Tenemos un montón de ideas innovadoras pero no experiencia; esa lacra hace que no nos tomen en serio. Si nos apoyasen, podríamos conseguir muchísimas cosas y contribuir al desarrollo y a la mejora de este mundo”.

 

Autora: Lydia Hernandez Tellez

 

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