Maquillaje, buena iluminación y mucha creatividad suelen ser los ingredientes escogidos a la hora de elaborar una portada, un posado o una alfombra roja, y aunque a priori no parezcan tener mucha relación con el drama del refugio, ejemplos como el de Adut Akech demuestran todo lo contrario.

Su piel del color del carbón y sus definidos rasgos han catapultado una carrera que comenzó con 13 años a un nivel modesto, pero que actualmente supone un indispensable para entender el mundo de la moda y la revolución que está viviendo. Nombrada la mejor modelo de 2019 por el Consejo Británico de Moda, la historia de Adut Akech comienza el 25 de diciembre de 1999 en Narus, una población fronteriza de Sudán del Sur, pero cercana a Kakuma, uno de los campos de refugiados más importantes en Kenia –al que su familia tuvo que huir por el conflicto sudsudanés– y el escenario de la supermodelo durante los 8 primeros años de su infancia.

Esta situación cambió cuando su tía y su hermana mayor consiguieron visados y dinero suficiente, huyeron a Adelaida, Australia, una ciudad en la que Adut, que pasó a llamarse Mary, recibiría su educación –una de sus ilusiones, compartida con su familia– y su primer trabajo como modelo en la pasarela en la colección de primavera-verano de 2017 por Saint Laurent. Desde entonces, numerosas marcas han arrastrado a la refugiada –como ella misma se define– a las pasarelas de París, Nueva York o Milán a la edad de 20 años. No obstante, una carrera tan vertiginosa como breve no han alejado a la joven Akech de sus metas, pues ella misma ha afirmado que su objetivo es lograr un graduado en empresariales y montar toda una red de escuelas y oportunidades para jóvenes sudsudaneses como ella.

«Aunque me convirtiera en la modelo más rica del mundo, seguiría siendo una refugiada. Soy una refugiada.» Adut Akech

La ambición de Adut la ha llevado muy alto sin olvidar su origen, y es precisamente por esta razón por la que supone una revolución social: ella es consciente de que todas las oportunidades de éxito que tuvo vinieron desde Australia, privando a los millones de personas que no tienen acceso a esta de buscar también su éxito. La pérdida de potencial humano que el drama del refugio es una consecuencia indirecta oculta tras la constante lucha por la supervivencia, las ansias de vida o la constante pugna por alcanzar una mejor vida que todos los refugiados poseen, y a veces podrían llegar a caer en el olvido de no ser por casos como el de Adut, que lucha desde otra perspectiva para mejorar las vidas de todas aquellas personas menos afortunadas.

El rol que la estética y la moda tienen en el mundo del refugio es, aunque menos visual, irónicamente hablando, muy importante. Actualmente vemos cómo figuras como Jari Jones –actriz transexual rostro de la campaña de Calvin Klein 2020– o Adut Akech invaden las pancartas, señales, anuncios y pasarelas de todo el mundo con un mensaje muy claro: la moda está cambiando y tiene más de un color, más de un tipo de cuerpo y mucha mas autenticidad sin perder un ápice de belleza o estética. Y esta lección, aunque venga de una industria que tradicionalmente ha segmentado a una parte de la sociedad, resulta muy importante por ser uno de los pasos hacia delante en la inclusión de todas las personas, indiferentemente de su nacionalidad, origen…

La revolución de la moda nos recuerda, en palabras de Naciones Unidas, que no se debe dejar a nadie atrás, empezando por aquellos sectores más vulnerables, como los refugiados, que no cuentan con todas las oportunidades que les permitirían ser quien ellos quieren y merecen ser, al fin y al cabo, nunca se sabe quién podría ser la nueva imagen de la moda, el nuevo nobel de medicina o la nueva campeona olímpica por excelencia.

 

Autor: Javier Azagra Gramaje

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