¿Cómo te interesaste por el mundo de medicina humanitaria?

Bien, la medicina humanitaria se puede aplicar en todas partes con cualquier paciente. Sin embargo, la cooperación internacional nos permite aplicarla en zonas de conflicto, como es el caso de las islas griegas. Lesbos, es una isla cercana a la costa turca donde miles de inmigrantes, la mayoría de Afganistán, llegan tras cruzar el mar.

En esta, como en otras partes del planeta, el acceso para los refugiados a la atención sanitaria básica es pésimo, considerados vulnerables muchos de los pacientes. Pensad que son personas supervivientes de torturas, violencia sexual, con enfermedades mentales, además de múltiples problemas crónicos, que llegan sin medicación y, por su condición, se les niega la entrada al sistema de salud público.

Recordad que han sido forzados a huir de sus países debido a conflictos bélicos, inestabilidad y/o pobreza. Por lo tanto, para encontrar soluciones es necesario que se hable de ellos, pues si no hay percepción real de que ese problema existe, no podremos encontrarlas.

Hay que reconocer la responsabilidad que tienen los determinantes políticos para la salud de estas personas, pero que al final, en una democracia, los políticos son elegidos por el pueblo, es decir, son un reflejo de cada una de nuestras sociedades. Así, cada uno tiene el deber y la responsabilidad moral de actuar con conciencia al servicio de la comunidad global para la mejora de esta.

¿Por qué decidiste ir a Moria y no otro lugar? ¿Has trabajado en otros campos de refugiados?

He trabajado con demás pacientes vulnerables, sin embargo, Moria es el primer campo de refugiados en el que trabajo. Allí sobreviven hacinadas en pésimas condiciones insalubres aproximadamente 20.000 personas, cuando en agosto del año pasado había la mitad.

Este año se ha intensificado el conflicto en esta zona por la decisión de Turquía de abrir la frontera con Grecia, lo que ha causado la salida de más embarcaciones hacia Lesbos. Así, a su llegada a la isla, se encontraban con algunos grupos que impedían el desembarco, además de atacar a cooperantes extranjeros de distintas ONG, siendo muchas de estas las únicas que responden a las negligencias del Estado.

Por otro lado, se iniciaron maniobras de artillería pesada en las playas, consideradas como rango de tiro, en dirección hacia la costa turca para impedir que salieran más botes. También se anunció la realización de una barrera acuática entre la costa turca y Lesbos y por último, se intensificó el conflicto con los ciudadanos griegos de la isla, pues no se han puesto medidas para descongestionar las islas desde el año 2015 y se esperaba la construcción de nuevos centros de detención en los que los refugiados no podrían salir.

Con todo esto, Moria se ha convertido en el campo de refugiados y migrantes más grande de Europa, encarnando como ningún otro lugar el impacto de la inmigración en Europa, y convirtiéndose así en la prueba de fuego para demostrar que los valores europeos de defender los derechos humanos siguen vigentes.

Si tuvieses que describir tu experiencia en el Campo en tres palabras, ¿cuáles serían?

Solidaridad. Empatía. Humanización.

¿En qué consistía tu trabajo allí?

En atender las necesidades médicas de atención primaria a los refugiados en el campo, además de facilitarles medicación, revisión de casos con el equipo de la ONG y detección de los casos más vulnerables. También la gestión del almacén de medicamentos.

¿Cómo se atendía a la gente, cuáles eran las condiciones sanitarias del sitio?

Pues la clínica de la ONG Kitrinos Healthcare se encuentra dentro del campo y dispone de cinco consultas de atención básica, una para las urgencias vitales y otra para la realización de curas. Disponen de herramientas para hacer distintas pruebas complementarias y también de medicamentos, la mayoría traídos por voluntarios de distintos países.

Además de atenderles, les proporcionamos la medicación necesaria durante un tiempo, según el stock que tengamos. También se dan algunos consejos. Sin embargo, estos a veces son difíciles de gestionar. Por ejemplo, alguien que tenga sarna debe lavar toda la ropa a cierta temperatura, cambiar el colchón y lavarse tras el uso de una crema. Aun así, muchos no pueden hacerlo pues solo tienen una pieza de ropa, un único colchón o tienen que esperar horas en la cola para poderse duchar, lo que conlleva para muchas familias tener que dejar solos a sus hijos/as en la tienda, con el riesgo que les roben o violen, por ejemplo.

Otra situación serían aquellos pacientes con cólicos de riñón, uréter u otros, lo que son piedras o “arenilla”. En estos casos se recomienda hidratación cuando no haya dolor para intentar expulsar la arenilla por el conducto. Sin embargo, muchos no quieren beber pues así evitan tener que ir al baño y hacer cola durante horas, lo que acaba agravando la situación. Aunque quisieran beber, tampoco hay agua suficiente.

Otro ejemplo: con la pandemia de la COVID-19 se recomienda aislamiento domiciliario y distanciamiento social, además del uso de mascarillas e higiene de manos. Obviamente allí, estas medidas son imposibles de implementar actualmente. Además,alguien con fiebre, sobretodo en invierno, es difícil que se quede en una tienda que no esté mojada o tapado con una sábana para que no pase frío.

¿Cómo viven allí las personas refugiadas y, especialmente, los menores? ¿Podrías describir a nuestros lectores cómo es allí un día normal?

Actualmente hay más de 1.000 menores no acompañados. Niños/as maltratados incluso a veces por los propios padres con una higiene bucal pésima, déficit nutricional, dermatitis del pañal, muy deshidratados y a veces, abandonados. Viven en tiendas de campaña de plástico durante todo el año, con acceso insuficiente al agua. Se pueden ver infecciones gastrointestinales, respiratorias, dermatológicas, heridas por caídas o peleas, hipotermias, quemaduras por malas condiciones para cocinar, picaduras de múltiples insectos y sobretodo problemas mentales con múltiples intentos de suicidio, además de una multitud de casos con estrés postraumático.

Una vez que has vuelto y ya ha pasado algo de tiempo, ¿te planteas volver a repetir una experiencia similar?

Mi intención era volver ahora en Julio, sin embargo, dada la pandemia será difícil coordinarlo con mi trabajo en el Centro de Atención Primaria de Llefià. Sin embargo, es probable que vuelva a alguna zona de conflicto próximamente, ya se verá… Quisiera animar a ir a todos los profesionales de la salud para que pueda mantenerse la asistencia básica en estos lugares.
Actualmente, el conflicto se está intensificando en distintas áreas del continente, por ejemplo, los que son transferidos a Atenas no tienen adónde ir, teniendo solamente un periodo de un mes para mantenerse en los apartamentos administrados. Así, la plaza Victoria en Atenas se ha convertido en un campo de refugiados. En concreto, en el campo de Eleonas, se prohíbe a los residentes recibir comida de las ONG como medida de presión para que abandonen el campo. Solo se puede dar comida a escondidas. ¿Qué pasará con esta gente?

 

Si alguien quiere más información que se ponga en contacto conmigo a través de mi
Instagram: @drbellvert.

X